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Me odio

 Quisiera no ser yo. Odio la persona que soy. El mundo me parece una basura lleno de seres asquerosos, mentirosos, egoístas y estúpidos. Quisiera dejar de sentir. Deseo escupir en la cara de los demás y luego golpearlos sin temor ni remordimiento. Soy una burla. Nada interesante que mostrar. Quisiera poder callarme y no volver a hablar. No tengo nada interesante que decir. Estoy equivocado en todo. Lo único que vale para mi es mi pequeño hijo y mis padres. Lo demás me parece falso. Necesito estar en silencio para siempre. Necesito no volver a hablar nunca. Necesito callarme. Necesito estar solo.

Ciclo

 Me he enterado por mi mismo que vivo en un ciclo constante.  Todo esto lo he descubierto en la quietud de mis pensamientos. En la inspección profunda que he logrado al sentirme yo solo hacia dentro y en darme cuenta de lo poco que estoy en el mismo estado emocional por poco tiempo. Soy como las cuatro estaciones en un día. Un libro de historia en resumido en un mes de mi vida. Puedo contarles a brevedad maso menos lo que esto conlleva ser así. Quizás os pueda parecer un relato carente de toda o poca llamatividad, sin embargo y si me lo permiten, les invito a permitirme desnudar las grietas secas de mi corazón enfermo. Y sí, es que yo paso de la fuerza y la alegría a los ratos de quietud y rumia mental como cruzar una calle de dos carriles sin tráfico por la madrugada. Hay simples momentos en los que tengo la paz como bandera y el deseo de escapar para encerrarme entre las nubes y comerme lo que llamo la fría sensación del ser yo, lo cual es por mucho algo de lo cual soy incap...

Brebaje pal corazón

Tengo un hongo venenoso que carcome mi cabeza. Se adueña de todo lo que me da vida y me seca las esperanzas. Este hongo asqueroso es pestilente e incómodo como una aguja que se mete en el talón. Es el hongo radioactivo que se expande, no da tregua, aunque se disipa por las noches cuando logro conciliar el sueño. Es como una rata que escarba en la madera de mis cesos.  Uñas largas de una bruja se clavan en mi piel como espinas. Busco con ansiedad beber de la paz. Cualquier brebaje que se consuma ya se de una bruja o de la muerte. Solo busco un brebaje pal corazón, agua que refresque la amargura de esta sed y la peste de la ley. Se escucha la sombra caminar desde andre, sus pies rompen desde adentro, los cristales que yacen en el piso y ahí se dibujan las telarañas que hablan con crujidos que besan a la noche silenciosa. Mi lecho está que arde, mi cuerpo inherte, mi mente corre en círculos. Mis ojos secos sin parpadear y mi boca hecha un desierto seco y agrietado que consumo la carne...

El vacío

 Mis emociones son complejas de entender y de comunicar. Mis emociones son como mi carta de presentación y mi peor enemigo. Llevo varios días en crisis cuyo origen tiene mucho que ver con mi trabajo y otro poco de basura que echó raices profundo en la tierra de mi corazón. Puedo intentar resumir la locura de tener mil cosas encima, de ver las cosas por cumplir o pensar en lo porvenir.  No sé explicar la locura y desesperación que me inunda la mente cuando pienso en tener que contestar una llamada en el trabajo, ya estoy harto, cansado y vuelto loco; les juro que quiero y merezco algo mejor. Pensar en quién soy, de lo que soy capaz y de lo que no me aterra, me asusta, me estremece y me aturde la cabeza. Les juro que pensar en ser hombre, padre de familia, en la economía, tener que enfrentar la realidad me enloquece. Deseo vivir en la mentira, en la fábula, en la irrealidad, en lo falso. Les juro que quiero vivir fuera de la realidad, no soporto las cosas por las que debemos viv...

Diluvio tropical

 No es de extrañarse que la lluvia donde vivo parezcan piedras que cayeron del cielo. Parece la ira de un dios o las lágrimas de los que han caído. Caen con fuerza y así rompen el suelo. Caen con fuerza y te golpean en la conciencia. Las tormentas de mi trópico se asemejan a los pensamientos locos de algunos y a mis emociones incomprendidas que provoco. Peco de ignorante si lo digo, pero aún no conozco el nombre del dios de la lluvia al que invocaban mis antepasados, si fuera que realmente existe, creo que es un ser iracundo que excreta la cólera en forma de lluvia pero que a su vez nos deja beber de ella para bien, para la vida y para calmar la sed. Si usted, persona que lee esto, no ha vivido una experiencia de diluvio tropical, es porque no ha visitado mi tierra. Aquí la lluvia es como una tela blanca que desvanece lo que se ve en lo profundo. Oculta todo y causa ceguera del paisaje y no permite ver lo que hay a unos metros porque así como refresca, crea caos que se filtra entre...

De los días que no hay sol

Dicen que nos espera un mejor mañana. Algunos dicen que poner una sonrisa en el rostro ayuda a mejor el día. Yo, la verdad no puedo negar a una o afirmar a la otra. Sinceramente puedo caer en la oscuridad del corazón sin darme cuenta y perfectamente volver al mar de la alegría por la situación más insignificante. Es algo así como las arenas movedizas del alma: inconstantes, impredecibles y cambiantes. No son esculpidas a mano, sino llevada por el viento. No son hechas por el barrio sino por el ardor en el pecho. Es como atragantarse con el dolor, dolor que da semilla y produce un árbol en la tierra del corazón. Y es ahí entonces donde mi mirada se pierde, mi mente viaja y mi conciencia se enmudece porque voy en camino al limbo, a ese ciclo interminable de estar dormido pero despierto e inconciente. He llegado al punto de apreciar la música lenta y suave; aquello ruidoso me dirige a la locura, aunque de vez en cuando me gusta la dosis de energía que me inyecta. De los días que no hay so...

La risa es mi paga

Entre la mañana y la tarde del día primero, encontraba los significados de la risa y la plegaria simplificados en el arcoiris. Mientras bebía lento mi café, codeaba con mis emociones en una montaña rusa de combinaciones que a cualquiera inspirarían. Viento en popa y con marcha hacia adelante, tome mi mejor sonrisa para darle una alegría a alguien que tuviera un día oscuro. Descubrí que en mi está el poder para hacer reír y arrebatarle a alguien una sonrisa como si fuera una paga incalculable. La risa es mi paga, la felicidad es incalculable.