El vacío
Mis emociones son complejas de entender y de comunicar.
Mis emociones son como mi carta de presentación y mi peor enemigo.
Llevo varios días en crisis cuyo origen tiene mucho que ver con mi trabajo y otro poco de basura que echó raices profundo en la tierra de mi corazón.
Puedo intentar resumir la locura de tener mil cosas encima, de ver las cosas por cumplir o pensar en lo porvenir.
No sé explicar la locura y desesperación que me inunda la mente cuando pienso en tener que contestar una llamada en el trabajo, ya estoy harto, cansado y vuelto loco; les juro que quiero y merezco algo mejor.
Pensar en quién soy, de lo que soy capaz y de lo que no me aterra, me asusta, me estremece y me aturde la cabeza.
Les juro que pensar en ser hombre, padre de familia, en la economía, tener que enfrentar la realidad me enloquece.
Deseo vivir en la mentira, en la fábula, en la irrealidad, en lo falso. Les juro que quiero vivir fuera de la realidad, no soporto las cosas por las que debemos vivir, esto no es para mi y no me creo capaz de afrontarlo.
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