La taza de café en dos ruedas
Podría usar la pluma para describir una serie de sinónimos petulantes, carentes de humildad que desbordan un orgullo voraz rechinado y con cáscara de huevo quebrado. Entre todo eso, he decidido dejar de lado la mezquina ceniza que amalgama el odio y la tristeza, para irme de cabeza pensando en la cúspide de un triptongo engalanado con locuras y una libertad inspiradora que viaja en dos ruedas.
Estoy en un mayo confuso, con fechas únicas e irrepetibles, como han sido todos los anteriores en cada vida que ha pasado por este globo. Pero, que trae lluvia de buenas noticias y una fe que se engorda con grasa que proviene de una sopa hirviendo que mata lo malo y deja la sustancia que alimenta: La vida en dos ruedas que nos inspira una sonrisa.
Entre pendientes, planos y muchas bajadas a gran velocidad, la vida en dos ruedas toma prestadas aquellas sabías palabras que la comparan con la vida diaria: "La vida es como andar en bicicleta, para avanzar hay que tener equilibrio".
¡A la mierda el equilibrio, yo solo quiero rodar por la vida en dos ruedas!
Qué me importan las técnicas, las leyes de la ciencia y todo lo que embota la cabeza. La mierda que te da una estructura y un orden como si fueras un maldito robot programado que se levanta cada día a hacer lo mismo... ¡Rayos! En eso me he convertido.
Ahora bien, creo que sería mejor pensar que la vida se debe tomar como ir en dos ruedas, sin las manos en la manivela, con los ojos cerrados y un par de rodines para sostenernos.
Qué más da pensarlo, qué más da vivirlo. Simplificamos las cosas y obtenemos resultados alegres al corazón voraz insaciable, la vida es una y complicarla es un pecado mortal.
Andemos en dos ruedas, arrojados en la pendiente, gritando con alegría y olvidando el estrés que se genera por si solo porque nadie lo ha llamado.
JSV
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